BESSIE STRINGFIELD

la afroamericana que enfrentó el racismo en su moto

En la década de 1930, a pesar del machismo instaurado, el racismo generalizado en los Estados Unidos y las dificultades de la Gran Depresión, Bessie Stringfield encontró la libertad en la carretera. Su forma de luchar contra todo fue acelerar y hacer rugir su Harley-Davidson por prácticamente todo el país, siendo mujer y afroamericana. Su figura sigue en la sombra.

Como mujer y negra, estaba en el escalafón más bajo de una sociedad profundamente racista y machista. A pesar de todo, en una época en la que la segregación racial azotaba los Estados Unidos y las mujeres en general estaban totalmente relegadas a las tareas domésticas, Bessie Stringfield, decidió ser lo que ella quería ser. Se casó varias veces y dedicó su vida a hacer rugir su Harley-Davidson por las calles de Florida y de todo Estados Unidos, que recorrió sola hasta en ocho ocasiones. Llegó a ser conocida como la Reina de la Moto de Miami.

En 1930, Bessie Stringfield tenía solo 19 años, pero su juventud no le impidió convertirse en la primera mujer afroamericana que cruzaba sola los Estados Unidos. Comenzó su travesía lanzando un centavo sobre un mapa del país y allí, donde cayese, se dirigía con su moto. Fue la primera mujer negra en conducir una motocicleta por cada uno de los 48 estados a los que se puede viajar sin cruzar el mar.

Era un momento en el que ni tan siquiera existían carreteras interestatales. Pero ni los peligrosos caminos de tierra sin pavimentar ni la discriminación y las leyes Jim Crow, que propugnaban la segregación racial en todas las instalaciones públicas, frenaron a Bessie Stringfield en su ahínco por convertirse en toda una pionera.

Bessie Stringfield, la Reina de la Moto de Miami

Logró serlo, a pesar de tener prácticamente todo en contra y su leyenda fue lo suficientemente importante como para merecer un lugar, aunque póstumo, en el Salón de la Fama de la Asociación Estadounidense de Motociclistas. Fue en 2002, casi una década después de su muerte, en 1993.

Mujer sonriendo sentada en motocicleta antigua con gafas en la cabeza.

“A mi madre casi le da un ataque. Me decía que las chicas decentes no andaban en motocicleta por ahí”

Bessie Stringfield

Persona vestida de blanco posando junto a una motocicleta Harley-Davidson en un jardín con palmeras.

Los orígenes misteriosos de Bessie Stringfield

Como corresponde a los grandes mitos, existe cierta confusión en torno a los primeros años de vida de Bessie Stringfield. Según los registros oficiales, nació en marzo de 1912 y según sus descendientes más cercanos, sus sobrinos, su nacimiento tuvo lugar en Edenton, Carolina del Norte, fruto de la pareja formada por dos ciudadanos afroamericanos: Maggie Cherry y James White.

Pero la versión que contaba Bessie Stringfield era mucho más dickensiana. Según ella, había nacido en la ciudad jamaicana de Kingston, hija de una pareja interracial. Su madre, según contaba, había fallecido cuando ella era muy pequeña y su padre decidió abandonarla después en una calle de Boston, siendo adoptada por una mujer católica irlandesa. 

Su madre adoptiva fue la primera que le regaló una moto, con tan solo 16 años. Nada menos que una Indian Scout, aunque esta no era la primera que conducía. En la entrevista que Stringfield concedió en 1981 al periódico Miami Herald, ella misma confesó que la primera moto que manejó fue la de un vecino. «A mi madre casi le da un ataque. Me decía que las chicas decentes no andaban en motocicleta por ahí», confesó.

Bessie Stringfield también atribuía su talento con las motos a la gracia de Dios, a quien llamaba “el Hombre de Arriba”. «Cuando me subo a la moto pongo al Hombre de Arriba en la parte delantera. Soy muy feliz sobre dos ruedas», decía.

Una mujer valiente en su moto

En 1927 se subió a su primera motocicleta. Aunque no tenía grandes nociones previas, no tardó mucho en aprender a ponerla en marcha y dominarla sin ningún tipo de dificultad. Entre la década de 1930 y principios de 1940 Bessie Stringfield ya había saboreado las mieles de viajar sola en su moto y había decidido que quería continuar haciéndolo. Para financiar estos viajes, la motera protagonizaba un peligroso espectáculo, llamado La pared de la muerte, en el que hacía acrobacias subida en su motocicleta

También llegó a presentarse a una carrera de motos local disfrazada de hombre. Ganó la competición, pero le arrebataron el premio al quitarse el casco y comprobar que se trataba de una mujer. Un contratiempo al que se sobrepuso con una enorme sonrisa y una todavía mayor dignidad.

A priori, puede parecer que andar en moto por todo Estados Unidos no supone una hazaña tan extrema. Pero no olvidemos que estamos hablando de Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX. Para una mujer negra, lo que hacía Bessie Stringfield era más que extremo. Recorrió el país en motocicleta tan solo diez años después de que las mujeres obtuvieran el derecho al voto. «La gente se asombraba de ver a una mujer negra conduciendo una motocicleta», decía.

Sufría constantes ataques. En una ocasión un hombre blanco la persiguió hasta tirarla de su moto.

Atacada por ser mujer y afroamericana

Las leyes de segregación racial presentes en ese momento en el país norteamericano no frenaron a Bessie en su empeño de desarrollar el estilo de vida alternativo en el que creía. Siempre fue tratada como una ciudadana de segunda, especialmente en el sur de los Estados Unidos, donde los afroamericanos no podían ni tan siquiera moverse libremente.

Las personas negras tenían incluso prohibido alojase en la mayoría de los hoteles. Durante sus viajes, Bessie Stringfield tenía que pedir amparo a algunas de las familias afroamericanas que conocía en el camino o incluso dormir encima de su moto en estaciones de servicio.

Por supuesto, no se libró de ataques totalmente deliberados mientras viajaba. En una ocasión, un hombre blanco la siguió en su camioneta durante un largo rato hasta que consiguió tirarla de su moto, dejándola tirada en zanja. ¿Y si sufría una avería? No le quedaba otra: ella era también su propia mecánica.

Después de haber recorrido los Estados Unidos en nada menos que ocho ocasiones, se fue con su moto a Brasil, Haití e incluso recorrió algunas partes de Europa. Si bien su primera moto fue un modelo Indian Scout, Bessie Stringfield pronto descubrió que amaba las Harleys-Davidson, que terminaron siendo su pasión. Llegó a tener 27a lo largo de su vida.

Un grupo de personas montando una motocicleta en un paisaje al aire libre. Varios están sentados en la motocicleta y algunos están de pie alrededor. Todos llevan ropa casual, y algunos usan gafas de protección para motocicleta. Hay árboles y un terreno de tierra de fondo.

Pionera en todos los sentidos

Cuando la Segunda Guerra Mundial estalló, Bessie Stringfield tuvo que dejar sus viajes en moto de lado y decidió trabajar para el ejército de los Estados Unidos como mensajera motorizada, llevando documentos entre distintas bases en su Harley-Davidson. Ella era la única mujer en su unidad y completó rigurosas maniobras de entrenamiento, incluido el aprendizaje de cómo construir un puente improvisado con cuerdas y ramas de árboles para cruzar los ríos.

Entre todas sus hazañas, Bessie Stringfield se casó y divorció seis veces. Después de haber pasado con su primer marido por la pérdida de tres bebés, decidió no pensar más en tener hijos. Según ella misma aseguró, al divorciarse de su tercer marido, Arthur Stringfield, este le rogó que conservase su apellido. «¡Me dijo que le había hecho famoso!», aseguró.

En la década de 1950, Stringfield se instaló en Miami, compró una casa y se convirtió en enfermera. En sus primeros días en Florida, se enfrentó con la policía local, que quiso impedir que una mujer negra condujera una motocicleta por la ciudad. Determinada a hacerlo, Stringfield exigió una reunión con el jefe de policía, un enorme motorista blanco. Él se la llevó a un parque cercano y le ordenó que realizara varias maniobras complicadas con la moto. Por supuesto, ella los resolvió con soltura. «A partir de ese día, no tuve ningún problema con la policía», dijo.

Fue allí donde empezó a ser conocida como la Reina de la Moto de Miami. Participaba en carreras locales y fundó el club de motocicletas Iron Horse. Bessie Stringfield falleció en 1993 a los 82 años debido a complicaciones cardiacas. A los 70 años, todavía se la podía ver por Miami conduciendo su motocicleta de camino a la iglesia, impresionando a todo el mundo a su paso. En el año 2000, la Asociación Estadounidense de Motocicletas la honró con la creación del Premio Bessie Stringfield.

Stringfield era muy consciente del desafío que representaba a ojos de los demás. Se enorgullecía de peinarse y maquillarse todos los días, según dicen, robando corazones de hombres por docenas con su poderosa personalidad. En su entrevista en el Miami Herald, Stringfield, que en ese momento tenía 70 años, afirmó en tono divertido «todos mis maridos, excepto uno, eran de 22 a 24 años más jóvenes que yo. Ni siquiera ahora tendría un hombre mayor de 35 años».

«Nunca fui como los demás», decía ella. Pero lo cierto es que Stringfield hizo mucho más que ir a contracorriente. Luchó cada uno de sus día por salir de su zona de confort, rompió estereotipos, lideró toda una batalla por los derechos de las mujeres, luchó por la igualdad de los afroamericanos y acercó, además, el motociclismo a toda clase de personas. Su doble condena ha sido la de ser mujer, y su historia permanece en la sombra.

Grupo de personas en motocicletas, con uniformes militares y gorras, posando para una foto en blanco y negro.