carmen de burgos

la corresponsal pionera de la que no sabemos nada
Podríamos decir de ella que es una de las escritoras más importantes del siglo XX en España, pero lamentablemente hoy, como tantas y tantas mujeres, debemos rescatarla de las sombras. El franquismo se encargó de censurar su obra y hacerla caer en el olvido. Abanderada del feminismo, Carmen de Burgos fue la primera mujer en tener una columna diaria en un periódico y la primera corresponsal de guerra en España. Una historia apasionante y admirable a partes iguales.
El 10 de septiembre de 1909 los lectores del periódico el Heraldo de madrid pudieron leer las informaciones que por primera vez una mujer narraba desde fuera de España. Ella era Carmen de Burgos y cubría la guerra de Melilla - las tropas españolas contra las cabilas rifeñas -, donde no solo narró la contienda, sino también la vida cotidiana de los soldados. Era la primera vez que en españa una mujer realizaba trabajos como cronista de guerra.
Carmen de Burgos fue pionera en muchas cosas y experta en abrirse camino por senderos hasta entonces desconocidos para las mujeres. Conferenciante, sufragista, cronista, pedagoga y defensora de la justicia social, la educación y el divorcio, consagró parte de su vida a defender los derechos de las mujeres y a criticar la corrupción y los privilegios de los poderosos. Abanderada del feminismo, fue la primera mujer en tener una columna diaria en un periódico y una de las pioneras de las crónicas de guerra. Además, fue una escritora prolífica, con centenares de títulos publicados: narraciones cortas, novelas ensayos, dietarios, biografías y libros de viajes.
Trabajó como 20 escritores juntos: publicó más de 150 obras literarias, además de conferencias, tanto en España como en el extranjero. Resulta bastante sorprendente comprobar cómo siendo una autora con una producción tan extensa en la actualidad casi nadie sepa quién es. Sabemos muy bien que las mujeres en la historia han sido sistemáticamente olvidadas, por eso desde esta web nos encargamos de rescatarlas de las sombras, pero en el caso de Carmen de Burgos puede que el olvido haya sido incluso mayor, debido a su comportamiento poco convencional.
Tras la guerra civil, el régimen publicó listas de autores prohibidos, cuya obra no se editaría y sería retirada de bibliotecas. La obra de La mujer moderna y sus derechos de Carmen de Burgos se encontraba en el noveno puesto. Cualquier vestigio suyo fue enterrado y olvidado. Otra mujer silenciada. Desaparecida. En la sombra.
“Soy partidaria de instruir a la mujer y proporcionarle medios para trabajar, como único modo de dignificarla, haciéndola independiente y capaz de atender por sí sola a sus necesidades”
Carmen de Burgos
Dueña de su vida
La mala relación con su marido fue el detonante del giro en su vida. Solo cuando Carmen consiguió, después de muchos esfuerzos y muchas noches en vela, el título de maestra pudo hacer frente a su difícil situación matrimonial. Carmen se había hecho a sí misma, era una mujer nueva y dueña de su persona. En un momento en el que las mujeres no podían hacer nada sin la aprobación de un hombre, ella dejó a su marido y se marchó a vivir a Madrid con su hija de 4 años, dispuesta a reorganizar su vida. Era 1901 y el divorcio algo completamente impensable para la sociedad de la época.
Se liberó del asfixiante ambiente de Almería, donde por cierto, nunca le perdonaron su comportamiento: que una mujer abandonase el domicilio conyugal era poco menos que pecado mortal. Pero ella no quiso hipotecar su futuro por alguien que no había tenido el mínimo respeto por ella. Su vida era un infierno y salió de ella como pudo.
Muy pronto se sintió enormemente cautivada por el ambiente cultural de la capital de España. Carmen sabía muy bien que era el lugar para abrirse camino en el mundo de la literatura, y eso es precisamente lo que ella deseaba: dedicarse a escribir. Supo perfectamente cómo sumergirse en los círculos intelectuales de la capital y empezó a conocer a algunos de los escritores más famosos del momento. Se rodeó de Galdós, de Emilia Pardo Bazán, de Gregorio Marañón, mantuvo correspondencia con Juan Ramón Jiménez... Compartía con ellos la preocupación por el devenir del país, pero le daba su punto de vista: el de una mujer. Escribía desde lo que hoy llamaríamos perspectiva de género mucho antes de que existiera ese concepto.
Primeros pasos
Aunque no sentía la misma pasión ni vocación por la enseñanza que por la escritura, al fin y al cabo ella era maestra y tenía que comer. A los pocos meses de su llegada a Madrid, Carmen de Burgos se incorporó como profesora en un colegio de Guadalajara. Pero, digna de la determinación que la caracterizaba, consiguió compaginarlo con colaboraciones en prensa que fue consiguiendo poco a poco. Primero será con algunos poemas en el Madrid cómico. Después con artículos en los diarios ABC, El Globo y El País.
Más tarde, el director del periódico El Universal confiará en ella empleándola en el periódico. Se convierte así en la primera mujer en formar parte de la plantilla fija de un periódico y lo hará firmando sus artículos bajo el pseudónimo de Colombine, nombre que pronto se hará muy familiar entre los lectores. Carmen comenzó también a escribir sus primeros libros en esta época. También cumple otro gran sueño: viajar por el extranjero. Lo hace gracias a una beca del Ministerio a la que como maestra tiene derecho: Francia, Italia y Suiza son sus primeros destinos. Sin duda, Carmen era una viajera vocacional, deseosa de descubrir el presente y el pasado de los lugares por los que pasaba.
Férrea defensora del derecho al divorcio
A Carmen, defensora del divorcio, se le ocurrió fundar un Club de Matrimonios mal avenidos, para estudiar los diferentes casos y tratar de esbozar una ley para el divorcio. Publicó la noticia en el diario en el que trabajaba, El Universal, movilizando además a los lectores a que se pronunciasen sobre la conveniencia de la aprobación de una ley del divorcio. Al mismo tiempo, solicitó la opinión de destacadas personalidades. El debate estaba sobre la mesa y en boca de todos y la noticia escandalizó al sector conservador de la España de 1900, que puso todo tipo de trabas a que se siguiese hablando del asunto.
“Es un signo de progreso (...) Es conveniente a la sociedad y a la moral. Es indudable que el divorcio se establecerá entre nosotros como conquista de la civilización”
Era la primera vez que se hablaba de un tema tabú en un medio de comunicación. Muchas de las opiniones recibidas no pudieron ser publicadas en el periódico a causa de las presiones que recibió, pero la escritora se encargó de recoger todas ellas en un libro titulado El divorcio en España. A partir de este momento Carmen de Burgos se convirtió en una mujer célebre en España.
Prestigiosas revistas madrileñas comenzaron de inmediato a pedirle colaboraciones. Escribe crónicas de viajes, cuentos y artículos para La Esfera, Mundo Gráfico y Nuevo Mundo, entre otras. También comenzó a colaborar con publicaciones de Portugal, Milán, Nueva York, Buenos Aires y La Habana. Por fin, se introduce completamente dentro de los círculos intelectuales madrileños, tal y como ella quería.
Sin embargo, por su condición de mujer seguía sin poder acudir a las tertulias literarias que se celebraba habitualmente en los prestigiosos cafés de la capital. Pero ella ya había demostrado ser una mujer a la que nada podía frenar. Como su objetivo era poder intercambiar opiniones con sus colegas, optó por organizar una tertulia en su propia casa. ¿Su nombre? El Salón de Colombine, que terminó convirtiéndose en una de las más concurridas y la única a la que, a parte de grandes autores, también asisten otras mujeres y jóvenes promesas.
Pionera feminista
Pero el derecho al divorcio no fue su único combate. Carmen de Burgos creó la Cruzada de Mujeres Españolas, una organización cuyas componentes manifestaban abiertamente la defensa de los derechos la mujer desde una actitud progresista. No solo se concentraron en conseguir una ley de divorcio, sino que el voto femenino fue también uno de sus pilares fundamentales. Llegaron a convocar una manifestación que terminó en el Congreso de los Diputados, en el que entregaron un escrito con todas su reivindicaciones. Poco a poco, Carmen de Burgos va construyendo una conciencia cada vez más feminista. Ella, que en sus primeros artículos de El Heraldo había criticado las posiciones más radicales, no duda con el tiempo en asumir muchas de sus propuestas.
Pero sin duda una de las grandes cosas que le debemos a Carmen es que supo romper, con todo en contra, el canon de mujer creado desde la óptica masculina para crear un nuevo modelo, que sería la mujer del siglo XX. Fue ante todo una precursora y una pionera que rompió moldes como mujer intelectual, libre e independiente y esto chocó con el conservadurismo de la época.
“se puede impedir que las mujeres voten, pero no se puede impedir que piensen. Se considera apta a la mujer para modelar el carácter de los hijos y para educar generaciones enteras, porque generalmente son mujeres las encargadas de la primera infancia; y les negamos el derecho primordial para inculcar una educación y unos sentimientos de civismo”.
Cultivó un estilo muy personal, pero sobre todo abordó en sus obras temáticas que no eran habituales, como el matrimonio. Ella terminó con la dinámica del matrimonio como final feliz de un relato, ni siquiera como simple final. La maternidad ya no es la meta de la mujer y Carmen de Burgos ofreció por primera vez a las mujeres una gran libertad de acción y una rebeldía contra la opresión del matrimonio y contra el marido. No solo presentó por primera vez el divorcio como una opción legítima, sino que, para las que esta opción no fuese viable, animaba a la búsqueda de un amor fuera del matrimonio. También trató con naturalidad la homosexualidad femenina.

La olvidada de la Generación del 98
La historia de las mujeres y el relato de la historia en general, solo la han escrito los hombres. Solo así puede entenderse que generaciones de artistas e intelectuales españolas, de mujeres que quisieron contar las cosas a través de su mirada, apenas sean conocidas por el imaginario colectivo de nuestra sociedad. Es el caso de la Generación del 27 y también la del 98, a la que Carmen pertenecía y en la que sigue sin constar.
Carmen no solo se codeó con los representantes intelectuales de lo que hoy se conoce como la Generación del 98, sino que su figura era especialmente valorada entre todos ellos. Ella participó e incluso fue precursora de los temas principales que abordaron los autores de la época, como la crítica a los problemas de España - desde un punto de vista anticlerical, antibelicista, contra el retraso cultural español, contra la corrupción y por supuesto denuncia por la situación de la mujer -. Sin embargo, nadie habla de Carmen de Burgos porque se la ha clasificado primeramente por su condición de mujer, antes que por su condición de escritora.
Emprende una relación con un hombre 20 años más jóven que ella: Ramón Gómez de la Serna. Una muestra más de valentía por parte de Carmen. Pocas mujeres de la época se hubieran atrevido.
Un legado de luz en un país de sombras
Carmen de Burgos murió en 1932, dejando una obra y un legado que el franquismo intentó borrar, pero que hoy resurge con fuerza. Fue una mujer que abrió caminos en el periodismo, en la literatura y en el feminismo, enfrentándose a un sistema que no estaba preparado para ella. Su vida es un ejemplo de lucha, valentía y pasión.
Hoy, más que nunca, es necesario recordar a figuras como Carmen, que nos enseñaron que la libertad no se regala, se conquista. Como ella misma dijo: “Que las mujeres sean libres, o no serán nada.”